Per contra sí que vam tenir un curt però intens idil·li amb un altre autor coetani a Mihura. I com a tals mantenen, malgrat l’estil propi respectiu, alguns punts de connexió pel que fa al tipus d’humor i a la manera de travar la fusteria argumental de les obres. Ens referim a Enrique Jardiel Poncela.

Després de (l’exitosa) ni d’estrena de Un Marido de Ida y Vuelta dels alumnes de batxillerat (promoció 2000/01), un dels comentaris que més es sentia era: “Este texto es muy bueno... pero el de Eloísa está debajo de un almendro lo és todavía más”. Dit i fet. Al curs següent el grup d’exalumnes (entre els que es trobaven ja alguns participants de Un Marido...) va estrenar Eloísa está debajo de un almendro, amb probablement el repartiment més extens de tota la nostra trajectòria: vint-i-cinc actors i un gos.
Si bé tant Mihura com Poncela van saber reinventar la comèdia teatral espanyola (imbuint-se fins i tot en les produccions cinematogràfiques de Hollywood), al cap dels anys hem descobert que els dos autors eren prou enemics en el terreny professional com per a tirar-se els plats pel cap (a través de correspondència) i acusar-se mútuament de plagi.
Si bé tant Mihura com Poncela van saber reinventar la comèdia teatral espanyola (imbuint-se fins i tot en les produccions cinematogràfiques de Hollywood), al cap dels anys hem descobert que els dos autors eren prou enemics en el terreny professional com per a tirar-se els plats pel cap (a través de correspondència) i acusar-se mútuament de plagi.

Reproduïm a continuació fragments d’un reportatge signat per Borja Hermoso, publicat a el diari El País fa tot just un any: el 18 de gener de 2008.
Gente así tenía que escribir cartas así: epístolas relamidas con sabor a algodón de azúcar o misivas feroces como el ataque de celos de una starlette de varietés. Fauna de pelaje tan genialoide, ingenuo y ciclotímico como Miguel Mihura, Enrique Jardiel Poncela, Edgar Neville y Tono tenía que encontrar en el género epistolar el foro ideal para exponer sus filias y sus fobias, sus neuras y sus paranoias, en medio de un contexto político y cultural -el de la Guerra Civil y la posguerra- abierto a todos los excesos a pesar del ridículo control de los censores franquistas.
(…)El volumen Epistolario selecto de Fuenterrabía, editado por el profesor José Antonio Llera (editorial Espuela de Plata), recoge 52 cartas inéditas seleccionadas de entre los papeles personales de Mihura.
(…) Pero de entre todo ese material embutido en cajas de cartón, destaca como verdadera joya de la corona la carta que Enrique Jardiel Poncela, primero maestro, luego colega y al final enemigo de Mihura, le dirigió para hacerle ver su asqueo personal ante lo que consideraba un plagio continuado de su obra.
"Desde hace muchos meses, más de dos años, vienes utilizando para tus cuentos y artículos todos aquellos trucos, desplantes, equivalencias, resortes, comparaciones, hipérboles, incongruencias y juegos de ingenio que yo inventé para mis artículos y mis cuentos", dice el autor de Eloísa está debajo de un almendro. Y continúa en un tono sin asomo de florituras: "La influencia en literatura es lícita..., lo que ya no es lícito es el plagio. Los hijos nacen influidos por sus padres, pero no los plagian jamás".
(…) El choque de trenes entre los dos grandes del teatro de posguerra es evidente.
Los celos corroen a Jardiel ante lo que considera "un amateur de la literatura ante el que me tengo que defender".
No opina lo mismo José Antonio Llera: "Los celos de Jardiel Poncela están injustificados; la obra de ambos evoluciona hacia lugares muy diferentes, y no hay plagio, lo que ocurre es que Jardiel quería ser él solo el inventor de la vanguardia de su época, todo es una paranoia suya. De todas formas, esta carta demuestra cómo el mundillo de la literatura de aquellos años se movía a través de los celos, las rivalidades y las envidias".
Cartas de Mihura, cartas de Jardiel, cartas de Neville. La herencia epistolar de toda una época, con aquellos chalados y sus locos... epistolarios.
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